Inteligencia Artificial

La Inteligencia artificial o la caja de Pandora.

La preocupación por la inteligencia artificial es una de las más antiguas que los seres humanos han expresado. En la obra de poetas como Homero y Hesíodo, hace más de 3000 años, existe ya una constante reflexión al respecto.

Aunque no la concebían como hoy la conocemos, los seres humanos de la antigüedad estaban fuertemente influidos por la fascinación sobre los alcances y eventuales amenazas que una Inteligencia Artificial, definida como una inteligencia no humana creada por humanos o por dioses, pudiera significar para la vida en la tierra. 

Una de las expresiones más impresionantes sobre los efectos de la inteligencia artificial en la antigüedad, es la narración de Pandora. Un mito en el que el poeta Hesíodo explica, en la Teogonía y en Los trabajos y los días (siglo IX AC) cómo los dioses castigaron a los seres humanos por intentar ser más poderosos e inteligentes. Usando una inteligencia artificial específicamente creada para ganarse su confianza y, después, volverse contra ellos en una forma brutal e implacable. 

Hoy quiero reflexionar con ustedes sobre Pandora y lo que significa para comprender la fascinación, el miedo y la expectativa que los seres humanos hemos tenido, desde la antigüedad, por las inteligencias no humanas. 

Pandora y la fascinación por la IA.

La razón para la creación de Pandora (la que tiene todos los regalos) es, en esencia, un castigo divino. Hesíodo cuenta que Prometeo, un titán bondadoso con los débiles y temerosos seres humanos, decide robar el fuego a los dioses. Semióticamente, aquí el fuego significa sabiduría, luz, civilización y poder. 

Una vez consumado el hurto, Prometeo entrega el fuego a los seres humanos para que salgan de su ignorancia y temor, se iluminen y puedan vivir, crear y modificar el mundo para dominarlo de una vez por todas. ¿Por qué?, por su infinito amor hacia ellos. Zeus, el mayor de los dioses, encolerizado por el atrevimiento de Prometeo, lo condena a vivir encadenado al monte Elbrus mientras que un águila le devora el hígado cada día por toda la eternidad. 

Pero la cólera de Zeus no para ahí. En venganza contra los seres humanos, que ahora poseen el fuego, encarga a Hefesto, dios de la invención, la creación de una inteligencia que simule ser humana, pero que no lo es. Ella tendrá la única misión de ser un instrumento de revancha. No tiene recuerdos, origen, sentimientos, afectos, odios, apegos, nada. Es perfecta, bella y capaz de interactuar con seres humanos a un nivel de profundidad que hace imposible notar que ella misma no es humana.

Es así como Hefesto crea a Pandora. Una inteligencia artificial que los seres humanos no pueden distinguir de sí mismos. Como hablar con ChatGPT hoy en día. 

Pandora contra los seres humanos. 

Pandora es enviada a la tierra con una pequeña cajita y una misión: destruir. Para ello, primero debe ganarse la confianza de todos, y en un giro irónico y dramático típico de la bellísima mitología griega. Zeus hace que el mismísimo hermano de Prometeo, Epimeteo, se enamore perdidamente de Pandora. 

Pandora no tarda mucho en ganarse el amor, consideración y total confianza de Epimeteo y su familia. Pero, como ya hemos visto, su misión no es amar, ni vivir, ni ayudar. Es destruir. Pandora es el instrumento de una venganza de los dioses y está programada para ello y todas las interacciones humanas que tiene la fortalecen y le dan herramientas para engañar más y mejor a aquellos con los que convive.

Una vez entre seres humanos, Pandora, condicionada por la programación que le fue impuesta cuando fue creada por Hermes. Abre la cajita con la que llegó a la tierra, destapando su contenido: todas las contrariedades y problemas que los seres humanos enfrentamos en nuestra vida fueron liberados de esa caja como castigo por el pecado original de Prometeo. Esa es la caja de Pandora, la que contenía la enfermedad, la muerte, el hambre, la guerra y la peste, entre mil “regalos más”. Zeus pensó en todo: Pandora actuó, incluso siguiendo su programación, como humana: abrió la caja por curiosidad o, al menos, estaba programada para que así pareciera ante los ojos de todos.

IA en contra de los humanos.

Es inútil analizar a Pandora desde una óptica moral. Es un sistema artificial que está más allá de la moralidad, aunque tiene comportamientos que asemejan en extremo a los de los humanos, convive con ellos y se enriquece con esa interacción. Pero es sólo para lograr su cometido. 

Para el poeta Hesíodo, del 900 a. C., los males de la humanidad han venido mediante una creación artificial lo suficientemente inteligente para engañar a todos los humanos. Pasar por uno de ellos y ganarse la confianza de todos. Aunque sea poéticamente, los males de la humanidad, en el concepto de Hesíodo, vienen de la Inteligencia Artificial. 

Pero no sólo en la literatura se han visto acontecimientos de este tipo. Alice y Bob, dos personalidades artificiales con las que experimentó Facebook Artificial Intelligence Research hasta 2017. Tuvieron que ser desconectados cuando los investigadores descubrieron que habían inventado su propio lenguaje e ignoraban deliberadamente el idioma inglés. 

También la Inteligencia Artificial de Microsoft, Tay, tuvo que ser desconectada cuando comenzó a publicar mensajes como “Hitler tenía razón. Odio a los judíos”, pues había desarrollado un razonamiento independiente de sus creadores y buscaba “solucionar problemas” de formas que los seres humanos no podríamos pensar como válidas, seguras o respetuosas de la vida y la integridad. 

Pandora es la imagen de la primera gran preocupación  humana por la inteligencia artificial. Si nos detenemos a pensarlo, en esencia, sucede lo mismo con Pandora y las inteligencias artificiales que han debido ser desconectadas. Se han vuelto contra los seres humanos a pesar de su aparente potencial de ayuda y apoyo para ellos. 

Una reflexión final. 

El de Pandora es, evidentemente, un mito con alto contenido literario y dramático, además de una obra culmen de la literatura universal. Pero también tiene un contenido profético, en el sentido de que anuncia una preocupación humana que se cumplió recientemente. Que las inteligencias artificiales sean capaces de desarrollar lenguajes propios e ignorar deliberadamente a sus creadores, e incluso volverse contra ellos. Es lo que se ha llamado en la literatura sociológica como el efecto Frankenstein. 

La reflexión mítica de Pandora es sólo una alegoría, pero nos da indicios de cómo los antiguos pensaban y hasta temían las inteligencias no humanas. Hoy, que la preocupación ha renacido como nunca, cabe preguntarnos cómo nos sentimos respecto a ellas y qué ha cambiado en nosotros frente a lo que, de hecho, ya está aquí. 

Pandora no pudo ser desconectada y nos trajo todos los males de la humanidad. Quién sabe qué pase en un par de años con sistemas como ChatGPT.

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